A muchos les sorprendió que Adolf Hitler aceptara a su lado a un personaje tan estrafalario y desaliñado como fue Theodor Morell. Y es que no solo Morell se caracterizaba por tener un aspecto bastante descuidado (el cual se complementaba con un olor nada agradable, tal y como apuntaba la propia Eva Braun), sino que su valor como médico estaba totalmente en duda, ya que era considerado por la comunidad científica del momento como un mero charlatán.
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